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Durante muchos años las migraciones siempre han tenido como destino las ciudades, donde abundan las oportunidades laborales. Pero esta afirmación solo tiene sentido cuando hay crecimiento económico, aunque sea leve. En España ya llevamos más de siete años de crisis y parece ser que volver a trabajar en el campo sea una salida más fácil que encontrar un trabajo en cualquier ciudad, donde el paro es omnipresente.
Las cosas han cambiado mucho en poco tiempo. No hace demasiadas décadas, el campo solo ofrecía empleos agrícolas o ganaderos y de poca cualificación. En la actualidad, sin embargo, hay infinidad de formaciones, como agricultura ecológica, gestor forestal, enología o ganadería intensiva, que proporcionan salidas laborales con un índice de paro bajísimo o casi inexistente. A pesar de ello, solo el 18% de los españoles habita en el campo, un porcentaje muy bajo si tenemos en cuenta lo que afirma Carolina Punset, política valenciana vinculada al movimiento ecologista: “España puede aspirar el granero ecológico de Europa”.
Precisamente personal cualificado es el que hace falta en el campo, no en vano es el sector que más universitarios necesita. Según el Gobierno español, más de 15.000 jóvenes de aquí a 2020 trabajarán en la agricultura. Aunque la cifra pueda parecer baja, hay que tener en cuenta que, según la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, “un agricultor joven genera entre ocho y nueve puestos de trabajo indirectos“. De momento, el perfil que más se repite entre los “repobladores de pueblos” es el de pareja de 35 años con estudios superiores que se plantea criar a sus hijos en un ambiente rural y no urbano.
Trabajar en el campo lleva consigo un gran abanico de especializaciones
Pero decidir dar el paso y escoger el medio rural como lugar de residencia y trabajo tiene sus claroscuros. Por un lado, el precio de la vivienda es infinitamente más barato que en cualquier ciudad y, de hecho, hay pueblos que ofrecen alojamiento gratis e incentivos monetarios a las familias que se vayan a vivir. Pero por otro, a una persona que siempre ha vivido en la ciudad, ir al campo le puede generar dudas, y en demasiadas ocasiones la burocracia para conseguir ayudas desanima a muchos. Para intentar solventar algunas de ellas existen asociaciones que informan y acompañan a los nuevos pobladores rurales, como la entidad Abraza la Tierra o Emprender para Conservar. La plataforma Pueblo Social tiene como objetivo repoblar los cerca de 3.000 pueblos que están abandonados en España.
Si no tienes ningún proyecto rural en mente o no ves claro lo de dejarlo todo para ir a vivir al campo, siempre puedes optar por hacer una prueba y trabajar, por ejemplo, como temporero. Durante los meses de junio y noviembre es cuando aumenta más la demanda de este perfil (para el que debes tener mínimo 16 años), ya que es época de recogida de muchas frutas. Y recuerda que al margen de los trabajos clásicos relacionados con el campo que ya hemos mencionado, mientras tengas conexión a internet en tu hogar puedes trabajar de infinidad de oficios freelance, como traductor, desarrollador web o diseñador gráfico, por ejemplo.
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